La inmunidad de rebaño, esa mentada piedra filosofal de la que llevamos dos años oyendo hablar -cuando el covid cambió nuestras vidas para siempre- es una meta quizás demasiado utópica. Las últimas dos variantes surgidas, delta y ómicron -y ahora el subtipo de ésta última, BA.2- han demostrado ser tan infectivas que aquel 70 % de población inmunizada que se había calculado inicialmente se oye escasamente realista en el contexto actual.
La idea de protección de grupo consiste en que cuando un suficiente número de población es inmune a un virus, esta partícula se queda sin capacidad de propagarse. Viene de enfermedades clásicas, como la varicela, el sarampión o la viruela. "Resulta claro que el nivel de contagio es muy grande. Así, parece razonable pensar que muchos de nosotros hemos tenido o tendremos una infección por covid. Esta situación y la vacunación, que en la Argentina ha alcanzado niveles importantes, hacen factible que se produzca algún grado de protección como grupo. Sin embargo, no creo que estemos en condiciones de hablar de 'efecto rebaño'; sí de suponer que tendremos una sociedad que se enferme menos y, de enfermarse, padezca la enfermedad más leve. Incluso, que cada paciente transmita menos virus", contesta el médico Pablo Scapellato, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y jefe de la Unidad Infectología y Control de Infecciones del Hospital Santojanni, de la Ciudad de Buenos Aires.
"No se debería condenar a los no vacunados, sino que hay que tratar de mostrarles los beneficios de la inmunización".
"La existencia de un enorme porcentaje de población mundial no vacunada -prosigue-, tratándose de un virus con tanta capacidad replicativa, vuelve difícil cualquier pronóstico optimista". Con esto, apunta a que, mientras sigan surgiendo mutaciones, los esfuerzos deberán encaminarse a mantener la pandemia bajo control; no necesariamente a eliminarla. Durante una charla con LA GACETA, el infectólogo revela además que la tercera ola causada por la variante ómicron ha comenzado a retroceder en el país. Las cifras oficiales avalan sus dichos: los casos confirmados por semana bajaron un 19 % a nivel nacional durante los últimos 14 días. Sin embargo, ayer hubo unos 240 fallecidos, un número que alarma a las autoridades sanitarias. Por ello, Scapellato insta a no dejar de lado las medidas de prevención.
- Da la impresión de que hoy está saturado el testeo, en vez de las internaciones.
- Claro. No hay dudas de que tenemos una mayor cantidad de casos, lo que satura los sistemas de diagnóstico. Pero las infecciones son, por fortuna y por la vacunación, usualmente leves. Por ello, la demanda de camas de terapias intensivas se observa mucho menor que en olas previas.
- Al aire libre, sin respetar el metro y medio de distancia y sin usar barbijo, ¿hay riesgo de contagio con esta variante?
- En biología es difícil hablar en términos absolutos. Existen conductas más seguras y menos seguras. La permanencia al aire libre, el distanciamiento, el uso del barbijo y el lavado de manos son medidas útiles para minimizar el contagio, aunque ocasionalmente pueda producirse aún cumpliéndolas.
- Si se tiene en cuenta que ómicron es hasta ahora el virus con la propagación más rápida de la historia, ¿qué podría ocurrir con el subtipo BA.2?
- No tengo respuestas aún. La historia reciente nos ha enseñado a ser prudentes a la hora de definir rasgos de las variantes. Solo la observación científica, con el tiempo, pondrá negro sobre blanco.
Anteayer, se confirmó la detección del subtipo BA.2 de ómicron en el país. Se sospecha que podría tener algún impacto en la capacidad de transmisión del virus y, probablemente, en la gravedad de la enfermedad. Por el momento, en los países donde está circulando, como en el Reino Unido, se ha comprobado que con el esquema de vacunación al día se mantendría la protección. "Debería haber más mensajes de esperanza y de cuidado. Y no se debería condenar a los no vacunados, sino que hay que tratar de mostrarles los beneficios de la inmunización", retoma Scapellato.
Finalmente, dice que el principal argumento a favor de las vacunas es la eficacia que han demostrado en la práctica, puesto que casi no hay internaciones ni muertes de personas bien vacunadas.
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